Nos sentimos como en casa en A Casa Estrelicia-Dourada. Las vistas eran alucinantes y el jardín y la piscina eran geniales para relajarse. Además, Leonel nos mimó con frutas y vino de su huerto. ¡Fue delicioso! Definitivamente volveremos si regresamos a Madeira.

La única cosa que nos faltó para divertirnos aún más como jóvenes fiesteros fue tener un área de juegos con música y luces. ¡Hubiera sido la guinda en el pastel para nuestras noches!

Una piscina refrescante bajo el sol de Madeira! El mejor lugar para relajarse y disfrutar de las maravillosas vistas a la montaña, mientras te sumerges en el agua cristalina. ¡No querrás salir nunca más!

Impuntualidad del dueño.

Me trataron como la reina de Inglaterra. Un desayuno continental de lujo. Me encantó relajarme en el jacuzzi y disfrutar de las vistas. Simplemente magnífico.

Tan solo una pequeña pega, no había suficiente luz en el apartamento. Pero seguro, a ellos no les importa vivir en la oscuridad.

Los mejores aspectos fueron la comodidad de la cama, la terraza con impresionantes vistas y la amabilidad del personal. Además, la cocina estaba bien equipada y las instalaciones del hotel, como el jardín y la piscina, estaban en excelente estado. había facilidad de aparcamiento en los alrededores.

Si te gusta estar cerca de la playa, A Casa Estrelicia-Dourada Garces es el lugar perfecto para ti. Está ubicado a solo 10 minutos a pie de supermercados, restaurantes y con vistas espectaculares. Las instalaciones, como el jardín y la piscina, están muy bien cuidadas. Los propietarios, Leonel y Elda, son muy amables y te hacen sentir como en casa. Además, te ofrecen detalles como fruta fresca de su huerto y vino casero. Definitivamente, una estancia para repetir.

Hay que tener en cuenta que algunos apartamentos no tienen mucha luz natural y el colchón puede ser un poco incómodo.

El propietario, Leonel, nos trató súper bien y nos dio consejos geniales para explorar la isla. La piscina y la terraza en el jardín eran increíbles. nos encantó la comodidad de las camas y lo bien equipada que estaba la cocina. Además, nos regaló agua y vino de su propia cosecha. ¡Fue una experiencia genial!

Lo único que nos faltó fue un poco más de vida nocturna para los jóvenes fiesteros como nosotros. Aunque São Vicente es tranquilo y bien comunicado, nos hubiera gustado tener algún lugar cercano para disfrutar de la noche.

Las unidades ofrecen una terraza o balcón con vistas a la ciudad y al mar. Desde nuestra terraza podíamos disfrutar de las espectaculares vistas mientras disfrutábamos de una taza de café por la mañana. Era como despertar en el paraíso, ¡me sentía como en una película de vacaciones de ensueño!

No había lavadora ni lavaplatos.